Sólo faltó mirar hacia arriba durante un segundo, hacia el techo. Y fue cuando, de verdad, me di cuenta de lo que me pasaba. Llevaba desde las diez de la noche en la cama intentando dormirme, intentando hacer lo contrario a lo que quería hacer. Eran ya las tres de la madrugada y aún no había podido pegar ojo. Y es que lo que, en realidad, me apetecía más que todas las cosas del mundo era desearte. Ya lo hacía, claro que desde mi cama no era tan eficaz como me gustaría. Pero lo hago siempre, te deseo a todas horas. Y aún así llevo luchando contra lo que siento demasiado tiempo. Todo por no confiar en los demás, por no confiar en mí misma y, sobre todo, por no confiar en que tú sientes lo mismo. De nada me sirve estar ahora aquí tumbada mirando al techo blanco e inmaculado si no estás tumbado a mi lado. Lamentarme de tu ausencia es inútil porque la única culpable de ella soy yo. Porque fui yo quien te alejó de mi en su momento, es ilógico; pero lo hice. Siento que debería levantarme y correr, no podré dormir esta noche si no te cuento todo esto. Sí, lo haré. Pero mejor mañana, ahora es demasiado tarde como para presentarme en tu portal. Aunque el miedo ya no me puede, nunca más podrá conmigo.Y entonces lo oí.¿Estaba soñando? Es imposible. Ja, ja. Ahí estaba otra vez. Esa inigualable e increíble manera de reírse que me volvía loca. El sonido venía de la planta de abajo. Mientras buscaba a tientas el interruptor de la luz del otro lado de la habitación, escuchaba cada vez más y más fuerte la risa. Bajé con cautela las escaleras, aún sin la certeza de qué cara encontraría frente a mi. Este era un hecho que, en el fondo, me aterrorizaba y es que aún cuando logré bajar todos los escalones, no podía ver nada del salón. La oscuridad comenzaba a ponerme nerviosa, pero escuché su voz tras de mí y todo se calmó. Mis nervios se apaciguaron y ya no podía moverme de donde estaba, ni un sólo centímetro...-Escucha, ni se te ocurra interrumpirme para terminar alguna de mis frases. Tengo que decirte todo lo que llevo pensando varios años, y voy a hacerlo ahora.+Ya somos dos.-¿Recuerdas cuanto me quejaba de que ocuparas tu mesa y la mitad de la mía? Pues ahora me falta algo. Me falta tu codo en mi mesa. Tu sonrisa en mi vida. Y todas esas veces que me metí contigo... en realidad, eran elogios. O como aquella vez que me preguntaste si me importabas y yo te dije que no lo suficiente, en realidad quería decir "demasiado". Incontables otras veces en las que me susurrabas monosílabos al oído y se me erizaba la piel, bien, no era por el frío. Ahora lo sé.Y esto ocurre justo en este preciso momento porque es cuando estamos más separados que nunca estando tan cerca el uno del otro. Cuando cada mañana al levantarme no tengo la certeza absoluta de que te veré, me sobran todas las horas del día porque en ninguna de ellas estás y, por ello, se pasan lentamente. Muuuuuy lentas. El mundo se ha propuesto distanciarnos, más alejados el uno del otro de lo que nunca lo estuvimos. Y eso es por lo que ahora te echo de menos, no podía ser de otra forma. Porque es exactamente este el momento en el que me he dado cuenta de que te necesitaba aquí, siempre lo he hecho.
Haces que todo mi mundo siga en pie con sólo mirarme. Y esa tarde, en el salón, el Universo entero cobró sentido con tu voz. Todo volvía a funcionar de nuevo en mí.