Cuando él abrió la mano pude ver una estropeada y mugrienta rosa roja. Vi esta rosa cuando estaba caminando por la calle y me recordó a cuando te encontré a ti. No podía ser más perfecta para nosotros. Y es que, a veces, vamos tan inmersos en nuestros pensamientos que no nos fijamos en lo que hay a nuestro alrededor cada día: una persona maravillosa, una rosa tirada en el suelo como si no valiese la pena o no mereciera que te fijaras en ella. A simple vista, la verdad es que engaña y da miedo arriesgarse, pero cuando te fijas; cuando la coges del suelo y le dejas entrar en tu vida, ya no la puedes dejar ir. Te cala hasta los huesos. Y es en ese preciso momento cuando aprecias que lo que tienes, aunque haya sido inesperado a la vez que sorprendente todo el tiempo que has tenido que esperar, es infinitamente mejor que todas las cosas que hayas tenido en la vida. Aunque haya rosas que tienen espinas