Hay quien piensa que la mejor defensa es un buen ataque. Estas personas, por lo general, tienden a tratar de dominar sobre el resto, haciendo daño para no salir herido. Creen que eso les protege, los mantiene a salvo del dolor. Porque tienen miedo a que algo les afecte de verdad, profundamente, tanto bueno como malo. El único inconveniente es que, al final, les afecta doble y desproporcionadamente a ellos mismos, incluso más que a los demás.Y es que, en mi opinión, el mejor ataque es una buena defensa. Revelarse contra el sisitema, intentar cambiar el ritmo de las cosas y enfadarse con el mundo (e incluso con uno mismo) cuando algo no sale como querríamos; no ayuda, en absoluto. Atacar a los demás cuando esto ocurre, menos aún. Porque los demás no tienen la culpa e hiriéndolos no haces más que herirte a ti mismo. Y para el final de la velada estarás solo, echando de menos a todos aquellos que intentaron ayudarte.Sin embargo, protegerte de todo aquello que pueda afectarte y que, aunque lo haga; no duele tanto, sólo escuece... sí que ayuda. Al menos, hay esperanza, regocijo, fe en que pronto todo pasará. Porque, en realidad, sentir dolor es algo de lo más natural. La diferencia está en la capacidad y la manera que tengas para que ese dolor no permanezca para siempre. El hecho de creer que traspasando ese dolor a los demás se aliviará el tuyo propio; es egoísta. Y mantener el dolor en tu interior, para ti solo, también lo es. Nadie, en su sano juicio, puede aguantar algo así. Por lo que comparte (no trasmitas), siente y haz sentir, respeta y te respetarán a ti, sonríe y haz sonreír, ama y serás amado...Aquel amor que me abrasaba ya no quema, sólo escuece.