Siempre
resulta sorprendente que una parte tan pequeña de la vida sea
ocupada por momentos tan significativos. Debería ocurrir con más
frecuencia, aunque si fuera así, no significarían tanto. Estos
momentos de los que hablo pasan una vez aún antes de empezar y dejan
una luz resplandeciente para el futuro. Como, por ejemplo, el segundo
antes de un beso que, finalmente, no ocurre. Pero, a pesar de todo,
hacen de la persona que los origina; inolvidable.