¿Alguna vez has conocido a alguien con quien podrías hablar horas y horas sin cansarte? Con quien eres capaz de convertirte en otra persona y de ver a otra persona delante de ti que nadie más puede ver, y que tú no creías que existiera hasta ese momento. Alguien por quien harías lo imposible, dirías lo indecible y serías imprevisible el resto de días de tu vida si fuera necesario. Alguien que espera lo mejor de ti y nunca duda de tus capacidades aunque tú misma, a veces, dudes de ellas y del mundo entero. Quien consige ser como quiere ser contigo y seas útil llenando su vida de momentos increíbles e irrepetibles. Una persona que te contradiga en todas y cada una de tus opiniones, te saque de quicio, pero aún así respete tus decisiones cuando las tomas. Esa, entre otras muchas anteriores, es una de las razones que te incita a quererlo siempre contigo porque, además, se dedica a iluminar tus días con su sonrisa y revelar con su mirada todo lo que te falta oír con palabras. Y aunque él te quiere; no puede quererte, tú no le dejas siquiera intentarlo. Porque eres complicada, difícil y, a veces, demasiado enrevesada cuando en realidad las cosas son más simples de lo que parecen. Y es que, aunque su vida sea la tuya y viceversa, se convierten en vidas diferentes cuando tus pensamientos no quieren sintonizar con los suyos y, de repente, se te acaban las energías para seguir discutiendo. ¿Has conocido alguna vez a este tipo de persona?Yo la conocí y la dejé ir. No hagas tú lo mismo, por favor.