Es curiosa la vida. Cuando eres un niño, el tiempo no acaba de pasar y luego, sin darte cuenta, tienes 50 años y de la infancia lo único que te queda cabe en una pequeña cajita oxidada. Lo peor es que cuando eres joven nadie te dice que el amor pueda ser tan... devastador; es algo que se convierte en tu perdición. Haces cosas que nunca harías, dices cosas que no dirías jamás y sientes cosas que nunca habías sentido antes, y es todo eso lo que te provoca el miedo y la desesperación a perderlo. Y el perderlo es, finalmente, la perdición en sí. Lo bueno de cumplir años es recordar que, aunque pase el tiempo, las personas importantes persisten en tu vida. Pase lo que pase.
Gracias.